Después de varios días, finalmente conseguí establecerme en un sitio seguro. Comparado con el albergue en el que estuve antes, aquí viven pocas personas y hay menos suministros, pero lo más importante es que no tengo que ver a diario esas “cosas”.
Cuando llegué, la mayoría de las personas me recibieron amablemente, lo que me hizo dudar un poco, ya que me parece demasiado bueno para ser cierto. Estoy en un campus universitario que conserva un sólo edificio, ya que el otro está completamente destruido.
Todos los días nos dividimos en parejas para patrullar el área y, de vez en cuando, salimos a la ciudad para buscar provisiones. Cada uno tiene una labor aquí y, cuando terminamos de cumplirla, nos sobra el tiempo para convivir, algo que, la verdad, no me emociona mucho.
Por lo general, no hablo mucho con las demás personas; sin embargo, mantengo una convivencia gentil y respetuosa... excepto con una chica. Ella tiene aproximadamente mi edad, es muy ruidosa y, desde que llegué al campus, no ha dejado de hacerme sentir miserable y de acusarme de todo.
Primero me culpó por haber dejado que se comieran al chico que estaba en la tienda donde nos rescataron. Luego, se opuso a que yo viviera aquí porque sería otra boca más que alimentar, además de afirmar, sin argumento alguno, que yo traigo el virus que me transformará en un monstruo.
No entiendo por qué muestra tanta hostilidad conmigo si sólo me he limitado a ignorarla. Me causa mucho conflicto que ella sólo sea así conmigo y que las demás personas sólo observen sus agresiones sin intervenir.
En fin, no vale la pena seguir hablando de ella. Lo que importa es que últimamente están ocurriendo sucesos muy extraños dentro del campus y, adivinen a quién le están echando la culpa.
Debido a todo esto, se nos convocó a una reunión para discutir qué soluciones podemos dar. Llego al aula donde nos citaron, abro la puerta y busco una silla vacía donde sentarme. Enseguida, la molesta mujer nota mi presencia y me hace una mueca desagradable. La ignoro y me dejo caer en una silla mientras escucho murmullos, regaños y a la gente acusándose entre sí.
Esto ni siquiera ha comenzado, y por alguna razón, siento un gran cansancio invadiendo cada parte de mi cuerpo. Sinceramente, no creo que vayamos a una solución si primero no se pone orden en este escandaloso lugar. ¿Debería hacerlo yo?
En ese momento el líder del grupo llega y aplaude enérgicamente para captar la atención de la gente. Automáticamente se callan, se sientan y el chico comienza a hablar. Pide que le mencionen las anomalías que han observado recientemente para anotarlas en la pizarra, pero apenas una persona habla, otra se suma, y así sucesivamente hasta que el chico apenas logra escribir algo.
Por lo tanto...